Acabo de volver de un pequeño viaje por Bélgica, cinco días escasos para desconectar de la realidad diaria tan enrarecida en los últimos meses. Siempre viene bien salir a descubrir nuevas ciudades, costumbres, rincones oscuros... Materia prima en estado puro para un puñado de cuentos.
Al pasear por Bruges, una ciudad de ensueño, no podía apartar de mi cabeza un pensamiento de lo más cificionero, una sensación cinéfila. Aquella ciudad parecía un apartado más de la película Almas de Metal. Esperaba encontrarme a Yul Briner en cualquier momento vestido de vaquero deambulando entre las calles adoquinadas o cruzando uno de los múltiples puentes que surcan sus canales.
Para que nos entendamos, Valencia, mi ciudad, es quasiturística, pero estoy acostumbrado a los pueblos y ciudades de gran calado turístico, llenas por completo de turistas. Pero lo de Bruges, y parte de Bruselas, es alucinante. La ciudad está orientada por completo a la caza del turista, elemento predominante y ominpresente por cada rinconcillo. La ciudad parece un decorado sobre la ciudad humanista, renacentista, con cada detalle perfectamente conservado. Y en cada bajo, un restaurante, una tienda de encajes, una chocolatería. Una detrás de otra ad infinitum.
Si fueran vestidos a la manera flamenca tradicional no habría duda: Almas de metal en estado puro.
Otra cosa: a medida que pasaba el día los turistas desaparecían y el centro urbano, monumental como él sólo, se quedaba vacío, aumentando así la sensación de decorado teatral.
Y es que tanto en Bruselas como en Bruges me he encontrado con ciudades multiculturales turísticas, no como Londres o Berlín ( o Madrid o Barcelona ) más allá incluso de Dublín ( con una agencia de turismo en cada esquina ). Es el lugar donde la interlingua de Blade Runner puede surgir con más facilidad que en las otras ciudades, por simple uso y necesidad. En uno de los restaurantes donde comíamos un día, en un kebab-egipcio, de los cientos que hay en Bruselas, escuché al camarero-captador de clientes hablar en castellano, alemán, francés, flamenco, árabe, italiano, inglés y japonés. Y viendo el nivel de interacción con los clientes, se defendía más que bien. Y como él, cuarenta camareros más a lo largo de una calle medieval.
El futuro multiracial de fusión no se va a dar a base de movimientos culturales urbanos, se dará por los movimientos migratorios y un turismo monumental, única materia prima que, tarde o temprano, le quedará a la vieja Europa para generar riqueza en las ciudades.
Pd. Nos lo pasamos bien. Encontramos lugares de lo más interesantes. Hice muchas fotos. Raquel no me estranguló, lo cual siempre es indicativo de un buen viaje. Hacía mucho calor, ¿30 grados en Bruselas? ¿Sólo me pasa a mí?
¿Os he comentado lo de los rincones oscuros? Siempre hay lugares extraños al final de los callejones estrechos. Donde la gente pasa de largo. Justo ahí. Sitios ajenos a la realidad. Escondites secretos del tiempo.
Al pasear por Bruges, una ciudad de ensueño, no podía apartar de mi cabeza un pensamiento de lo más cificionero, una sensación cinéfila. Aquella ciudad parecía un apartado más de la película Almas de Metal. Esperaba encontrarme a Yul Briner en cualquier momento vestido de vaquero deambulando entre las calles adoquinadas o cruzando uno de los múltiples puentes que surcan sus canales.
Para que nos entendamos, Valencia, mi ciudad, es quasiturística, pero estoy acostumbrado a los pueblos y ciudades de gran calado turístico, llenas por completo de turistas. Pero lo de Bruges, y parte de Bruselas, es alucinante. La ciudad está orientada por completo a la caza del turista, elemento predominante y ominpresente por cada rinconcillo. La ciudad parece un decorado sobre la ciudad humanista, renacentista, con cada detalle perfectamente conservado. Y en cada bajo, un restaurante, una tienda de encajes, una chocolatería. Una detrás de otra ad infinitum.
Si fueran vestidos a la manera flamenca tradicional no habría duda: Almas de metal en estado puro.
Otra cosa: a medida que pasaba el día los turistas desaparecían y el centro urbano, monumental como él sólo, se quedaba vacío, aumentando así la sensación de decorado teatral.
Y es que tanto en Bruselas como en Bruges me he encontrado con ciudades multiculturales turísticas, no como Londres o Berlín ( o Madrid o Barcelona ) más allá incluso de Dublín ( con una agencia de turismo en cada esquina ). Es el lugar donde la interlingua de Blade Runner puede surgir con más facilidad que en las otras ciudades, por simple uso y necesidad. En uno de los restaurantes donde comíamos un día, en un kebab-egipcio, de los cientos que hay en Bruselas, escuché al camarero-captador de clientes hablar en castellano, alemán, francés, flamenco, árabe, italiano, inglés y japonés. Y viendo el nivel de interacción con los clientes, se defendía más que bien. Y como él, cuarenta camareros más a lo largo de una calle medieval.
El futuro multiracial de fusión no se va a dar a base de movimientos culturales urbanos, se dará por los movimientos migratorios y un turismo monumental, única materia prima que, tarde o temprano, le quedará a la vieja Europa para generar riqueza en las ciudades.
Pd. Nos lo pasamos bien. Encontramos lugares de lo más interesantes. Hice muchas fotos. Raquel no me estranguló, lo cual siempre es indicativo de un buen viaje. Hacía mucho calor, ¿30 grados en Bruselas? ¿Sólo me pasa a mí?
¿Os he comentado lo de los rincones oscuros? Siempre hay lugares extraños al final de los callejones estrechos. Donde la gente pasa de largo. Justo ahí. Sitios ajenos a la realidad. Escondites secretos del tiempo.
1 comentario:
Gante es una asignatura pendiente, como Amberes. La verdad es que me lo pasé muy bien por Bélgica, así que no descarto volver a ir a investigar nuevas ciudades (y tipos de cerveza)
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